Espacio de la Espiritualidad

Pensamientos, oraciones y comentarios sobre el Evangelio
Home » Lectio Divina del Domingo » Lectio Divina del Domingo de Pentecostés – A

Lectio Divina del Domingo de Pentecostés – A

junio 3rd, 2017 Posted in Lectio Divina del Domingo

Antes de iniciar me pongo a la presencia del Señor, pidiendo el don de su Espíritu Santo, para que pueda rezar la Palabra guiado/a por Él, dócil, como María, atenta y disponible a dejarme transformar como el Señor quiera…

ssLectio:

Leo la primera lectura de este domingo, la leo nuevamente y escruto cada palabra, verbo, me detengo ante los personajes que aparecen. En esta lectura espiritual de la Palabra, en la que uso mi intelecto, no me apuro, dejo que mi ser interiorice la Palabra…

Hoy, domingo de Pentecostés, hago la lectio de Hch 2,1-11 (quien deseara hacer la lectio sobre el evangelio, puede leer la reflexión del segundo domingo de pascua, que está en este mismo espacio). Ya desde una primera lectura, advierto che hay algunos datos que me ayudan a situar la escena, se habla de tiempo y de espacio, estamos en el momento en que se cumplía la pentecostés, por lo tanto, durante la mañana de aquella fiesta, que caía 50 días después de la pascua judía. En Jerusalén, como aún hoy, se reunían judíos de todas partes, también prosélitos, temerosos, y todos los que adherían a la fe de los Padres y que hacían el memorial de la entrega de la Ley a Moisés en el monte Sinaí. Se precisa el momento y también el espacio, es “el mismo lugar”, obviamente uno se pregunta qué lugar Lucas tiene en mente, debemos tener presente lo que se dice en el capítulo primero y en los evangelios Sinópticos, es decir que se encontraban en el piso superior donde el Señor había celebrado la última cena (cenáculo) y donde había aparecido el día de la Pascua resucitado, dando la paz a los discípulos (el evangelio de este domingo). Aquel lugar, el cenáculo, es muy querido para los discípulos y es clave pues allí se cumplen advenimientos sumamente importantes para los inicios de la Iglesia fundada por Cristo.

Si continúo a leer, aparecen los personajes, pero aquí se habla en forma general: son “todos”, también aquí debo ir a leer el primer capítulo donde me dirá que eran los once (Judas, el traidor no está más), otros discípulos y María la Madre de Jesús.

Es interesante notar la cantidad de veces que aparece el adjetivo y el pronombre cuantitativo y globalizante “todo/todos”: todos juntos, toda la casa, todos fueron llenos de Espíritu Santo, todos ellos… esto está indicando la presencia totalizante del Espíritu Santo sobre los apóstoles y todos los discípulos reunidos en ese lugar; ninguno ha quedado sin el don del Espíritu, cada uno puede hablar lenguas, cada uno tiene el coraje de anunciar, porque tienen la plenitud del Espíritu.

Por otra parte, se nota la idea de globalización también al nombrar la proveniencia de aquellos que escuchan el anuncio. Son de todas partes, es más, Lucas dice que vienen “de toda las naciones que hay bajo el cielo”. Estas expresiones nos indican también que la gracia del Espíritu se abre hacia todos los habitantes del mundo, y todos serán en grado de entender este don.

Meditatio:

Es el momento de comprender el texto, en la meditación aferro el mensaje, me detengo para repetir, luego, lo que más me ha tocado… Después lo actualizo con mi vida, me dejo confrontar por la Palabra.

Hemos dicho que el lugar, el cenáculo, es descripto bien. ¿Ahora, para nosotros, qué significa que se precise tanto este puesto en el que viene el don del Espíritu Santo? Si tenemos  presente que en ese lugar han ocurrido tantos acontecimientos llenos de gracia y de misterio, nos damos cuenta que aquí está por pasar algo que es igualmente importante, pero no sólo, nos dice que también este es el lugar elegido por Dios, especialmente para sus manifestaciones y sus discípulos allí se sienten protegidos con María la Madre de Jesús.

Dios que camina en la historia y con la historia, no deja nada al azar, de hecho, como su Hijo unigénito es el verdadero cordero inmolado en la nueva y definitiva pascua de resurrección, así también el Espíritu Santo es el verdadero y máximo don de Dios para caminar en la vida nueva, no hay más Ley sino que es el Espíritu que hace caminar a los discípulos según sus consejos, en la libertad de hijos y en la verdad que se nos revela completamente. Por eso providencialmente este Don del cielo es dado el día de Pentecostés.

Nuestros personajes nos infunden esperanza: encontramos gente proveniente de cada rincón de la tierra conocida por entonces, ellos representan a todos los pueblos que, en los siglos que vendrán, se abrirán a la salvación. Estamos también nosotros representados en ellos y en los discípulos: ellos son quienes han seguido al Señor y vigilaban con María su Madre. En ellos estamos nosotros, la salvación está abierta a todos y hoy todavía recibimos la plenitud del Espíritu.

El estupor que acompaña lo que ocurre es la emoción que despierta la novedad, el misterio. Las grandes obras de Dios que se cumplen en Pentecostés despiertan este sentido de maravilla colectiva que genera alegría, admiración y hasta turbación, al punto de preguntarse unos a otros: ¿cómo es posible que suceda un hecho, lógicamente imposible, es decir, que cada uno entienda el mensaje de la salvación a pesar que provengan de distintas tierras? De nuevo estamos ante la acción del Espíritu Santo que une también para entenderse. Con Él se destruye la torre de Babel para siempre, mientras en Babel los habitantes se han dividido porque no se entendían, ahora en el cenáculo, se unen porque todos entienden las obras de Dios, no hay nada más importante, ni relevante de esto. Ya el culmen de la historia se ha cumplido, con la venida del Hijo y el don del Espíritu Santo la humanidad podrá caminar perseverante y unánime en la oración, con María la Madre de Jesús, y en la apertura siempre dócil a la acción del Espíritu Santo.

Oratio:

La meditación de esta Palabra che el Señor me ha donado se hace oración…

Oh intensa Luz de mi Dios,
ven a ayudarme:
enséñame a hablar,
ayúdame a callar,
dirígeme en mi caminar,
hazme descansar junto a Ti,
para que toda palabra dicha o callada,
todo paso hecho o no hecho,
todo esté concorde a la perfecta voluntad de Dios.
Todos tus rayos ardientes,
oh divina Luz,
me den el equilibrio de los santos.
(de la Espiritualidad del Movimiento Carismático de Asís)

Contemplatio:

Entro en el corazón de Dios, mi centro sólo debe ser Él, su Hijo, el Espíritu Santo, solamente Dios… aquella Palabra que me había tocado la hago mía, me tendría que ayudar, como también el silencio, para abrir mi corazón a Dios. La contemplación no es un caer en éxtasis o ver a Dios con los ojos del cuerpo, es sentir profundamente su presencia che invade mi ser, es silencio, es paz…

Al final de la oración, agradezco siempre al Señor por los dones que me ha concedido y me ofrezco a Él para que se cumpla en mí su Voluntad.

Leave a Reply