Triduo a San José
1º día: Hombre de fe
Introducción
Reflexionando sobre la fe de José, en este primer día, pidamos su intercesión para que el Señor la acreciente cada vez más en nosotras.
Oración inicial
G/.En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo
T/.Amén
G/.Adoremos a Cristo, Hijo de Dios.
T/.Que quiso ser llamado hijo de José.
G/.Adoremos a Jesús, nuestro Salvador
T/.Cuya Madre, María, fue esposa de José.
G/.La sabiduría de Dios recompensa la fatiga de los justos.
T/.Y siempre acompaña a los que esperan en Él.
Salmo 23: Canto de confianza
(Rezado o cantado)
1 El Señor es mi pastor, nada me puede faltar.
2 Él me hace descansar en verdes praderas,
Me conduce a las aguas tranquilas
3 Y repara mis fuerzas.
Me guía por el recto sendero.
Por amor de su Nombre.
4 Aunque cruce por oscuras quebradas,
no temeré ningún mal,
porque tú estás conmigo:
tu vara y tu bastón me infunden confianza.
5 Tú preparas ante mí una mesa,
frente a mis enemigos;
unges con óleo mi cabeza
y mi copa rebosa.
6 Tu bondad y tu gracia me acompañarán
a lo largo de mi vida;
y habitaré en la Casa del Señor
por muy largo tiempo.
1º Lect.: De los Escritos de Madre Carmela
Me hizo entender, una vez más, cómo en la creación Dios le dio al hombre la mujer como compañera y sujeta a él, ella en el orden de la naturaleza debía ser de ayuda al hombre de modo que, aunadas sus fuerzas, debían servir para la propagación de género humano. En el orden de la gracia, en cambio, ha dispuesto que llamada la mujer a la alta misión según los designios del Altísimo, el hombre le sea de ayuda, compañero y guarda de los secretos de Dios en el cumplimiento de su Voluntad sobre la tierra. Así fue para María Santísima, ella que, elevada a la estatura de Madre de Dios para lo que fue destinada, tuvo a José por compañero, ayuda y guarda de los secretos del Altísimo que se tenían que cumplir tan admirablemente en ella. Él me hizo ver como San José, llamado por el mismo Dios, porque era hombre justo y puro, a ser guardián y testigo de los secretos del Altísimo que debían cumplirse en María, también fue probado por Dios en su fidelidad. Pero en la perplejidad de abandonar a su pura novia, él se encomendó totalmente en las manos de Dios, sólo a Él pidiendo la solución de aquella duda y aquella angustia, que mucho le torturó el alma, no queriendo decidir con su juicio tan grave asunto. Y fue entonces que Dios para premiar su confianza en Él y la desconfianza de sí mismo, le mandó un ángel a alentarlo a no temer de nada, tomando a María por su casta esposa[1].
Pausa de reflexión
Oración dialogada
G/.Señor, que has querido confiar los inicios de nuestra redención a la custodia atenta de San José, por su intercesión,
T/. Concede a tu Iglesia de cooperar fielmente al cumplimiento de la obra de salvación
G/.Señor, que has elegido a José, hombre justo, para que estuviese como esposo al lado de la bendita entre todas las mujeres,
T/. Concede a los cónyuges cristianos de edificarse recíprocamente en la santidad.
G/.Oh José, que en el ofrecimiento total de ti mismo has vivido con Cristo y por Cristo una vida inspirada en la gran confianza al Padre,
T/. Ruega a Jesús para que también nosotros tengamos la misma confianza e intimidad que has vivido tú.
G/.Señor, que mediante el ángel has manifestado José el plan de salvación,
T/. Haz que sepamos ver en todos los eventos el designio misterioso de tu providencia.
G/.Hijo de Dios, ocupado en las cosas de tu Padre, que José y María buscaron por tres días afanosamente,
T/. Haz que, como pide nuestra vocación, vivamos sólo por Dios, apreciando la oración y la contemplación como necesarias premisas a la acción apostólica.
G/.Jesús, que integrado a la familia de Nazaret, has querido ser mantenido por el trabajo de José,
T/. Haz que aceptemos la ley del trabajo común y sepamos hacer de éste un instrumento de santificación y un medio de apostolado.
G/: Oremos
Oh Padre, que nos has llamado a amarte y servirte como a único Señor, sálvanos de nuestra debilidad e incoherencia y, por intercesión de San José, fortifica nuestra fe para caminar con alegría, aún en la oscuridad, hacia la plenitud de tu amor. Por Cristo nuestro Señor. Amén.
[1] Vol.IV, págs.104-105, 36° Informe espiritual a P. Vincenzo Nardelli, s/f