Toto cristiano, llamado a ser discípulo y misionero de Cristo tiene en la Iglesia un puesto ineludible para la difusión del Evangelio.
Junto a nuestras religiosas, las hermanas y los hermanos laicos colaboran para que el Reino del amor Divino se establezca en el mundo, como quería Madre Carmela, compartiendo no sólo el apostolado, sino sobre todo la espiritualidad, haciendo propia la invitación de contemplar el amor misericordioso de Dios que se ha encarnado y ha redimido la humanidad ofreciéndose a sí mismo en la cruz.