El objetivo central de la formación inicial es la preparación de la persona a la total consagración de sí a Dios, en el seguimiento de Cristo a servicio de la misión.
La formación es integral y gradual según las exigencias de cada persona, con el fin de que las candidatas logren una madurez humana y espiritual de tal manera que puedan realizar, del mejor modo posible, el plan divino sobre ellas. (Constituciones 18).
Comprende cuatro etapas fundamentales: aspirantado (discernimiento), postulantado, noviciado y juniorado.