Nuestra espiritualidad está expresada en el mismo nombre: Hermanas del Sagrado Corazón del Verbo Encarnado. De hecho, en él consideramos y honramos la máxima expresión del amor misericordioso de Dios a la humanidad. En esta contemplación y veneración encontramos el alimento para nutrir y acrecentar nuestro amor a Dios y al prójimo. (Constituciones 3)
Decía Jesús a Madre Carmela: “Yo quiero de ti una institución religiosa donde mi amante Corazón pueda encontrar conforto por las continuas heridas y ultrajes que recibe de los pecadores, quiero una congregación en la que Marta y María se armonizan bien juntas..”.
Insertadas plenamente en la vida de la Iglesia, de ella recibimos los medios espirituales para nuestra santificación y, enviadas por ella, trabajamos en el campo del apostolado específico de la Congregación. (Constituciones 4)
Tratamos con todas las fuerzas de crecer constantemente en la generosa donación, en la humildad, en la sencillez y en el servicio de la caridad.
Además, este intercambio de amor al Sagrado Corazón de Jesús está animado por el espíritu de reparación, que en la Congregación se practica desde sus orígenes.