“Navega mar adentro y echa las redes para pescar”
(Lc 5,4)
Hablar de la Pastoral vocacional hoy no es fácil, pero lo intentaré. Lo mío quiere ser una reflexión a voz alta que deseo compartir sobre una realidad que me plantea tantas preguntas.
“Navega mar adentro…” resuena en mi corazón como signo de esperanza, allí donde parece no haberla. Los Apóstoles habían estado toda la noche intentando pescar, como buenos maestros en la materia, pero no lograron nada. Me imagino que no era tan temprano cuando Jesús les dijo que navegaran mar adentro, ya que estaban lavando las redes, después Jesús se sentó en la barca para enseñar y el tiempo seguramente pasó…Terminada la enseñanza, Él le dice a Pedro, “navega mar adentro …” y justamente Simón responde que lo hicieron toda la noche, pero no habían logrado nada.
No sé si con la misma profesionalidad que estos pescadores, todos hemos tratado de “pescar”, de trabajar, de organizar encuentros y retiros vocacionales, de acompañar a tantas jóvenes. Hicimos, hacemos, pero parece que no pescamos nada, que no hay respuestas, y aquí nace mi inquietud personal, yo me cuestiono, pero la comparto, no como certeza, ni como juicio, sino para que entre todas podamos discernir y encontrar caminos.
Las preguntas son: ¿Son los jóvenes los que cambiaron tanto o somos nosotras que nos cuesta ser flexibles ante esta situación? ¿Hay algo en nosotros, en nuestras comunidades que ya no atrae y entusiasma? ¿Los jóvenes se alejaron o nosotras hemos cerrado el acceso a nuestras comunidades? Que a veces no lo hacemos solo cerrando puertas sino con actitudes que marcan mucha distancia con el que se acerca.
Los millennials, hoy son hijos de este tiempo, de esta época, con su realidad, con su historia, nacieron en esta cultura digital, tecnológica, virtual. Tienen en muchos casos una familia vulnerable, fragmentada, ausente, están bombardeados de mil informaciones. Pero también tienen sueños, tienen capacidades, sólo que piden escucha, contención, pero eso requiere de parte nuestra mayor paciencia y tiempo. El Papa en el documento Christus vivit, señala que la escucha debe tener tres sensibilidades o atenciones: a la persona, una sensibilidad discernidora y una escucha de los impulsos, hacia donde quiere ir el otro. (Cf. CV 291-296)
A veces tengo la impresión que queremos que ya ahora cambien, que sean, vivan y piensen como nosotros, pero la cosa pasa por otro lado, somos nosotras que tendríamos que dar ese paso y tratar de entrar en el mundo de ellos, para amarlos y entenderlos en su realidad. Por otro lado, la pastoral vocacional tendría que ser un compromiso serio no solo de quien en primera persona lleva adelante este servicio, sino de todas y cada una de nosotras, en nuestras comunidades, con la oración, el testimonio y el contagio. Todas nosotras llevamos en la memoria del corazón nuestro primer encuentro personal con Jesús, la persona o la situación que nos llevó a enamorarnos de Él y el deseo que nació allí para seguirlo en la vida religiosa, en nuestra congregación. Recordemos, hagamos memoria de ese momento, de los rostros, palabras, situaciones, y, como dice Lucas en el evangelio, sintamos las palabras de Jesús, “Ve y haz tu lo mismo”. Nosotras podemos ser ese rostro, palabra, actitud que lleve a un joven a decir: ¡vale la pena esta vida, es hermoso seguir al Señor!
Concluyo con la segunda parte del texto inicial, ‘Maestro, hemos trabajado la noche entera y no hemos sacado nada, pero si tú lo dices, echaré las redes’.
Está en nosotras poder decir, ya hicimos de todo y dejar pasar o bien con esperanza decir como Simón, en tu Nombre tiraremos las redes. Hemos heredado una congregación con un carisma maravilloso y queremos que otras más gocen de esa riqueza, por eso con confianza tenemos que echar las redes, para que el amor misericordioso del Padre llegue a tantos hermanos y el Verbo Encarnado sea conocido y amado.
Tenemos que desear y esperar descendencia, somos mujeres y por ende fecundas, no podemos que esperar esto para nuestra Familia religiosa.
Hna Claudia Castellano