Nuestra querida Hna. Crescenzia Torchia ha partido a la casa del Padre el pasado 14 de junio de 2018 y nuestra Superiora General Madre Vittoria Valentino, a nombre de toda la Congregación, ha enviado su saludo de adiós:
“Quien vive para el Señor, Vive por siempre”
Muy queridas cohermanas, familiares y amigos presentes,
Nos reunimos para celebrar en la alabanza y en la fe el pasaje de mi y nuestra queridísima Hna. Crescenzia de este mundo al Padre; ayer alrededor de las 4 de la mañana, la Hna. Crescenzia ha visto el alba de un nuevo día, del día sin atardecer porque ha dejado la condición temporal de la vida para entrar en la eternidad de Dios, ese Dios que había conocido desde pequeña y que a los 25 añor había decidido seguir más de cerca!
Personalmente he conocido a la Hna. Crescenzia hace 40 años, en 1978 en Roma. Inmediatamente esta hermana robusta y trabajadora, entusiasta y generosa, de una espiritualidad profunda y simple, me ha tocado profundamente; hemos estado juntas 20 años y he podido constatar el inmenso amor que expresaba en su servicio tanto humilde como importante de ser cocinera de la comunidad, una comunidad muy numerosa pues entre cohermanas y chicas universitarias éramos unas 50. ¡Era incansable, estaba atenta a cada una!
Con la Hna. Crescenzia las fiestas asumían un color distinto, vivía todo tan intensamente y con mucha pasión, era una auténtica sureña.
No obstante su gran trabajo, era una verdadera hija de Madre Carmela y ha sabido armonizar siempre los servicios de Marta con la oración de Maria. Todos los días, además de la oración comunitaria, en la hora de la siesta se iba a la Capilla y rezaba por todos; físicamente lejos de sus familiares pero no espiritualmente ni efectivamente, puedo decir que nosotras queríamos a sus familiares por cómo ella nos hablaba de ellos: Cecilia, Ornella, Tonino, Michele, Saverio y todos los otros tenían un lugar especial en su oración y en su corazón, ese corazón que ayer en la mañana dejó de latir aquí en la tierra, pero que continúa a amar en el cielo.
Hna. Crescenzia querida, te agradezco en nombre de todas las hermanas de la Familia religiosa, donde el Señor te ha llamado y donde has vivido casi toda tu vida con grande amor y fuerte sentido de pertenencia, por lo que has sido para nosotras, nos dejas un recuerdo y un vacío muy grande, pero tenemos la certeza que tú ya estás en la bienaventuranza eterna y continúas a amarnos y a rezar por nosotras.
Tú has sabido regalar muchas sonrisas y palabras buenas, ahora puedas gozar tú de la sonrisa de Dios y de su Bendición.
¡Gracias muy querida Hna. Crescenzia!
Reza por todos nosotros, por tu Canadá y por tu Italia, por los niños y sus familias, por nuestras docentes y todos nuestros amigos.
Contigo decimos: “Yo sé que mi Redentor está vivo,
sin mi carne yo lo veré y mis ojos lo contemplarán
no como uno extraño”
Madre Vittoria Valentino
Superiora General