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Lectio Divina del Evangelio del VI Domingo de Pascua – A

mayo 20th, 2017 Posted in Lectio Divina del Domingo

amaregesuAntes de iniciar me pongo a la presencia del Señor, pidiendo el don de su Espíritu Santo, para que pueda rezar la Palabra guiado/a por Él, dócil, como María, atenta y disponible a dejarme transformar como el Señor quiera…

Lectio:

Leo el Evangelio de este domingo, lo leo nuevamente y escruto cada palabra, verbo, me detengo ante los personajes que aparecen. En esta lectura espiritual de la Palabra, en la que uso mi intelecto, no me apuro, dejo que mi ser interiorice la Palabra…

En este VI Domingo de Pascua, último antes de la Ascensión del Señor, el evangelio de Juan nos sigue acompañando con un texto que continúa lo relatado el domingo pasado y quiere animarnos a nosotros discípulos en nuestro camino en este mundo. Leyendo el texto llama la atención cómo el Señor inicia hablando a sus discípulos con un condicional: “si”, si quiere decir una senda abierta hacia lo que elija la propia libertad. Si me aman, dice el Señor, es decir, si quieren amarme, en el momento que se decidan a amarme entonces expresarán este amor poniendo en práctica mis mandamientos. Uno se pregunta cuáles mandamientos Él considera “sus” mandamientos. Ciertamente vuelve el texto evangélico que portan los evangelios Sinópticos, sobre el mandamiento del amor a Dios y amor al prójimo; en Juan Jesús lo dirá en el capítulo sucesivo. Por lo tanto si se ama a Jesús se ama a Dios y se ama al hermano y esta idea se encuentra inclusiva en el evangelio de este domingo, porque esta frase aparece también al final.

El Señor continúa revelando algo muy importante: Jesús Hijo, rezará al Padre para que dé otro Consolador, es decir el Espíritu Santo. Hay aquí una alusión a la realidad divina en su misterio de Trinidad Santísima. Es Jesús que reza al Padre como Sumo Sacerdote, y el Padre dará otro Consolador, porque Jesús es también un Consolador, príncipe de la paz. Y este Consolador quedará con los discípulos todos los días hasta siempre.

Jesús declara que el mundo no conoce ni puede conocer al Consolador, ¿pero, por qué? Porque quien no recibe a Jesús no puede conocer profundamente a Dios.

Luego viene el núcleo de este evangelio: no los dejaré huérfanos… porque yo vivo y ustedes vivirán. Si dice que no nos dejará solos, quiere decir que hay una inminente partida, recordamos que está haciendo aquí su discurso de adiós, por lo tanto, quiere tranquilizar a sus discípulos que se sienten descarriados. Yo vivo, ustedes vivirán, la vida de los discípulos depende  de la vida de Jesús. Pero, ¿a qué vida se refería, dado que habla en presente, y se acercan la pasión y la muerte? Hago atención a este particular y lo dejo para profundizarlo mejor durante la meditación.

Dos veces se nombra al mundo, sabemos que en el lenguaje joánico significa la realidad que no se ha abierto a Dios, ni a quien el Padre ha enviado, el Verbo Encarnado. En el hablar del mundo, Jesús, agrega algunas declaraciones negativas: el mundo no lo puede recibir, no lo ve, no lo conoce y no lo verá. Es decir el mundo está tan cerrado que ya no hay posibilidad de acercamiento divino, por eso Jesús dice que no se puede recibir al Consolador. Aquí el retorno al condicional: si se ama a Jesús se pide apertura, si no hacemos parte del mundo y no de la familia de Dios. El fruto del amor, luego, es la manifestación de Jesús.

Meditatio:

Es el momento de comprender el texto, en la meditación aferro el mensaje, me detengo para repetir, luego, lo que más me ha tocado… Después lo actualizo con mi vida, me dejo confrontar por la Palabra.

Todo el sentido de este relato, está en el núcleo del mismo: Jesús vive y nosotros viviremos, porque si lo amamos, amamos a Dios y amamos a los demás. Su vida es la manifestación de su consolación a través del Espíritu Santo.

Jesús se dirige a los discípulos, discípulo quiere decir aquel que sigue, es decir que todos nosotros somos discípulos de Jesús, por lo tanto la invitación a amarlo es para todos nosotros, somos libres de hacerlo o no, pero si lo haremos, no sólo que él se manifestará a nosotros, es decir estará con nosotros, sino que nos dará la asistencia siempre presente y amorosa del Espíritu Santo, el otro Consolador.

Detengámonos ahora en el centro de hoy: Dice Jesús que no nos dejará huérfanos, ustedes me verán porque yo vivo y ustedes vivirán. Son palabras de un amor y ternuras propias de un Dios hecho hombre. Él está por partir, sabe que en breve le espera la muerte cruenta, pero piensa a los suyos, quiere animarlos y animar a los que vendrán después. Recordemos que Juan escribe su evangelio muchos años después de estos eventos, por lo tanto en perspectiva hacia atrás. Jesús ya ha muerto, pero ha resucitado, está vivo para siempre, su vida la vive en el Padre y el Espíritu Santo y como hombre no muere más. Gracias al hecho que él ha vencido la muerte la vida la vive en el Padre y el Espíritu Santo y como hombre no muere más. Gracias al hecho que él ha vencido la muerte, puede dar la vida a los suyos, a todos los que lo aman y cumplen sus mandamientos. Aquel mandamiento que simplemente se refiere al amor, todo retorna allí porque Dios es amor, y la manifestación de Dios es justamente el amor que debe permanecer como consolación hasta el fin de los tiempos. En aquel día sabrán que él está en el Padre y el Padre está en Él, es decir en la comunión perfecta en el amor, la eterna bienaventuranza que gozarán todos aquellos que elegirán la senda del amor. Esta palabra tan usada, pero que significa dar la vida como Él la ha dado. Entregarse libremente para que otros vivan, condescender para que haya paz y armonía ya desde ahora en el mundo. Este mundo que no puede conocer a Dios si no se abre a Jesucristo, único salvador de la humanidad hoy y siempre.

Oratio:

La meditación de esta Palabra che el Señor me ha donado se hace oración…

Señor Jesús, nuestro Consolador,
tenemos necesidad de tu consolación y de tu vida
tú continuas a dárnoslas a través del Espíritu Santo,
el otro Consolador que tú nos has donado.
Abre nuestro corazón y nuestra mente
a la acción del Padre y del Espíritu Santo,
para que gocemos de la vida verdadera,
y tú continúes a manifestarte a nosotros en el amor. Amén

Contemplatio:

Entro en el corazón de Dios, mi centro sólo debe ser Él, su Hijo, el Espíritu Santo, solamente Dios… aquella Palabra que me había tocado la hago mía, me tendría que ayudar, como también el silencio, para abrir mi corazón a Dios. La contemplación no es un caer en éxtasis o ver a Dios con los ojos del cuerpo, es sentir profundamente su presencia che invade mi ser, es silencio, es paz…

Al final de la oración, agradezco siempre al Señor por los dones que me ha concedido y me ofrezco a Él para que se cumpla en mí su Voluntad.

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