Novena al Espíritu Santo o de Pentecostés
7º Día: El Espíritu Santo guía la comunidad
G/. En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo
T/. Amén
Canto o invocación inicial Secuencia del Espíritu Santo
1º Lect.: Del Evangelio según San Juan (Jn 16,12-15)
12 “Todavía tengo muchas cosas que decirles, pero ustedes no las pueden comprender ahora. 13 Cuando venga el Espíritu de la Verdad él los introducirá en toda la verdad, porque no hablará por sí mismo, sino que dirá lo que ha oído y les anunciará lo que irá sucediendo. 14 Él me glorificará, porque recibirá de lo mío y se lo anunciará a ustedes. 15 Todo lo que es del Padre es mío. Por eso les digo: “Recibirá de lo mío y se lo comunicará a ustedes”.
Pausa de reflexión
2º Lect.: De los escritos de Madre Carmela
“La perfección infinita de Dios, considerada en el Misterio de la Unidad y Trinidad divina, es decir aquella admirable y perfecta armonía con la cual aquel Ente supremo, Uno en la esencia y Trino en las personas, mirando a Sí mismo, Espejo purísimo y divino de toda increada perfección y santidad, genera el Verbo que es también su naturaleza y sustancia y da lugar a aquella inenarrable y divina procesión del Espíritu Santo, sustancial anhelo que termina la vida de Dios, y sustancial amor que se intercambian desde una eternidad el Padre y el Hijo. En el misterio de la Unidad y Trinidad de Dios más que en cualquier otro misterio resplandece infinitamente toda la armonía y perfección divina que forma el eterno y continuo éxtasis de admiración y de amor para todos los bienaventurados comprensores del cielo”[1].
Pausa de reflexión
Intercesiones
G/.Roguemos al Señor para que done a todos los creyentes su Espíritu para obrar sin vacilar su Palabra en el mundo y en nuestra comunidad y vivir su Reino de amor y digamos:
T/.Dónanos la luz de tu Espíritu
- Mándanos tu Espíritu de fortaleza y paciencia.
- Mándanos tu Espíritu de fidelidad y constancia.
- Mándanos tu Espíritu de alegría y esperanza.
G/. Oremos
Dios, que con el sacrificio del Hijo unigénito haz abierto al hombre el acceso a la vida eterna, infunde en nuestros corazones el Espíritu de tu amor, para que, recibiéndote a Ti en don, aprendamos cotidianamente a hacernos don. Por Cristo, nuestro Señor. Amén.
Canto final
[1] Vol. III, págs. 59-60, Carta a P. Vincenzo Nardelli, o.p., Palermo 22/10/1903