Triduo de la Anunciación del Señor
1º Día: Fuente de la salvación
G/. En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo
T/. Amén
Canto inicial
Oración inicial
Oh María, la luz de tu fe
disipa las tinieblas de mi espíritu;
tu profunda humildad se sustituya a mi orgullo;
tu sublime contemplación, ponga freno a mis distracciones;
tu mirada constante en Dios, llene mi mente de su presencia;
los incendios de caridad de tu corazón,
dilaten y enciendan el mío, tan tibio y frío;
tus virtudes tomen el lugar de mis pecados;
tus méritos sean mi adorno ante el Señor.
En fin, querida y dilecta Madre, haz si es posible,
que yo no tenga otro espíritu que el tuyo
para conocer Jesucristo y su voluntad;
que yo no tenga otra alma que la tuya
para alabar y glorificar al Señor;
que yo no tenga otro corazón que el tuyo
para amar a Dios con amor puro y ardiente como Tú.
Amén[1]
G/. A causa de Eva se cerró la puerta del cielo;
T/. se reabre a nosotros por María, la Madre del Señor.
1º Lect.: Del Libro de la Génesis (3,15)
15 Pondré enemistad entre ti y la mujer, entre tu linaje y el suyo. Él te aplastará la cabeza y tú le acecharás el talón”.
Pausa de reflexión
Responsorio breve
G/. Dios la eligió y la predestinó
T/. Dios la eligió y la predestinó
G/. La hizo morar en su templo santo
T/. Y la predestinó
G/. Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo
T/. Dios la eligió y la predestinó
2º Lect.: De los Escritos de Madre Carmela
En 1885 y precisamente la noche que precede la fiesta de la maternidad de María, estando, como de costumbre, en oración y contemplando la grandeza a la cual fue sublimada la Santísima Virgen al haber sido elegida Madre de Dios, gozaba mucho al mirar la altísima dignidad a la cual fue elevada por Dios y mi intelecto extraordinariamente se espaciaba en la contemplación de tan alto y sobrehumano misterio[2].
Pausa de reflexión
G/: Oremos
Oh Dios Padre bueno, que en María, primogénita de la redención, nos has dado una Madre de inmensa ternura, abre nuestros corazones a la alegría del Espíritu, y haz que a imitación de la Virgen aprendamos a magnificarte por la maravillosa obra realizada en Cristo tu Hijo. Él es Dios, y vive y reina contigo por los siglos de los siglos. Amén.
Canto final
[1] San Luis M. Grignon de Monfort
[2] Vol. I, págs. 104-105, Informe espiritual a Don Emmanuele Calí, 1895.