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Triduo de la Anunciación del Señor

marzo 22nd, 2020 Posted in Novenas y Triduos

1º Día: Fuente de la salvación

anunciacion1G/. En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo

T/. Amén

Canto inicial

Oración inicial

Oh María, la luz de tu fe

disipa las tinieblas de mi espíritu;

tu profunda humildad se sustituya a mi orgullo;

tu sublime contemplación, ponga freno a mis distracciones;

tu mirada constante en Dios, llene mi mente de su presencia;

los incendios de caridad de tu corazón,

dilaten y enciendan el mío, tan tibio y frío;

tus virtudes tomen el lugar de mis pecados;

tus méritos sean mi adorno ante el Señor.

En fin, querida y dilecta Madre, haz si es posible,

que yo no tenga otro espíritu que el tuyo

para conocer Jesucristo y su voluntad;

que yo no tenga otra alma que la tuya

para alabar y glorificar al Señor;

que yo no tenga otro corazón que el tuyo

para amar a Dios con amor puro y ardiente como Tú.

Amén[1]

G/. A causa de Eva se cerró la puerta del cielo;

T/. se reabre a nosotros por María, la Madre del Señor.

1º Lect.: Del Libro de la Génesis (3,15)

15 Pondré enemistad entre ti y la mujer, entre tu linaje y el suyo. Él te aplastará la cabeza y tú le acecharás el talón”.

Pausa de reflexión

Responsorio breve

G/. Dios la eligió y la predestinó

T/. Dios la eligió y la predestinó

G/. La hizo morar en su templo santo

T/. Y la predestinó

G/.  Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo

T/. Dios la eligió y la predestinó

2º Lect.: De los Escritos de Madre Carmela

En 1885 y precisamente la noche que precede la fiesta de la maternidad de María, estando, como de costumbre, en oración y contemplando la grandeza a la cual fue sublimada la Santísima Virgen al haber sido elegida Madre de Dios, gozaba mucho al mirar la altísima dignidad a la cual fue elevada por Dios y mi intelecto extraordinariamente se espaciaba en la contemplación de tan alto y sobrehumano misterio[2].

Pausa de reflexión

G/: Oremos

Oh Dios Padre bueno, que en María, primogénita de la redención, nos has dado una Madre de inmensa ternura, abre nuestros corazones a la alegría del Espíritu, y haz que a imitación de la Virgen aprendamos a magnificarte por la maravillosa obra realizada en Cristo tu Hijo. Él es Dios, y vive y reina contigo por los siglos de los siglos. Amén.

Canto final

[1] San Luis M. Grignon de Monfort

[2] Vol. I, págs. 104-105, Informe espiritual a Don Emmanuele Calí, 1895.

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