Triduo a San José
2º día: Hombre dócil al proyecto de Dios
Introducción
Pidamos en este segundo día de Triduo de ser siempre dóciles a la acción del Espíritu en nosotros para adherir constantemente y en toda circunstancia al Proyecto de Dios en nosotros.
Oración inicial
G/.En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo
T/.Amén
G/.Adoremos a Cristo, Hijo de Dios.
T/.Que quiso ser llamado hijo de José.
G/.Adoremos a Jesús, nuestro Salvador
T/.Cuya Madre, María, fue esposa de José.
G/.La sabiduría de Dios recompensa la fatiga de los justos.
T/.Y siempre acompaña a los que esperan en Él.
Salmo 119: En tu voluntad está mi alegría
(Rezado o cantado)
1 Felices los que van por un camino intachable,
los que siguen la ley del Señor.
2 Felices los que cumplen sus prescripciones
y lo buscan de todo corazón,
3 los que van por sus caminos,
sin hacer ningún mal.
4 Tú promulgaste tus mandamientos
para que se cumplieran íntegramente.
5 ¡Ojalá yo me mantenga firme
en la observancia de tus preceptos!
6 Así no sentiré vergüenza
al considerar tus mandamientos.
7 Te alabaré con un corazón recto,
cuando aprenda tus justas decisiones.
8 Quiero cumplir fielmente tus preceptos:
no me abandones del todo.
9 ¿Cómo un joven llevará una vida honesta?
Cumpliendo tus palabras.
10 Yo te busco de todo corazón:
no permitas que me aparte de tus mandamientos.
11 Conservo tu palabra en mi corazón
para no pecar contra ti.
12 Tú eres bendito, Señor:
enséñame tus preceptos.
13 Yo proclamo con mis labios
todos los juicios de tu boca.
14 Me alegro de cumplir tus prescripciones,
más que de todas las riquezas.
15 Meditaré tus leyes
y tendré en cuenta tus caminos.
16 Mi alegría está en tus preceptos:
no me olvidaré de tu palabra.
1º Lect.: De la Exhortación Apostólica Redemptoris Custos
También el trabajo de carpintero en la casa de Nazaret está envuelto por el mismo clima de silencio que acompaña todo lo relacionado con la figura de José. Pero es un silencio que descubre de modo especial el perfil interior de esta figura. Los Evangelios hablan exclusivamente de lo que José “hizo”; sin embargo permiten descubrir en sus “acciones”, ocultas por el silencio, un clima de profunda contemplación. José estaba en contacto cotidiano con el misterio “escondido desde siglos” que “puso su morada” bajo el techo de su casa. Esto explica, por ejemplo, por qué Santa Teresa de Jesús, la gran reformadora del Carmelo contemplativo, se hizo promotora de la renovación del culto a san José en la cristiandad occidental.
El sacrificio total, que José hizo de toda su existencia a las exigencias de la venida del Mesías a su propia casa, encuentra una razón adecuada “en su insondable vida interior, de la que le llegan mandatos y consuelos singularísimos, y de dónde surge para él la lógica y la fuerza propia de las almas sencillas y limpias para las grandes decisiones, como la de poner enseguida a disposición de los designios divinos su libertad, su legítima vocación humana, su fidelidad conyugal, aceptando de la familia su condición propia, su responsabilidad y peso, y renunciando, por un amor virginal incomparable, al natural amor conyugal que la constituye y alimenta.
Esta sumisión a Dios, que es “prontitud de voluntad” al dedicarse a las cosas que se refieren a su servicio, no es otra cosa que el ejercicio de su devoción, la cual constituye una de las expresiones de la virtud de la religión[1]
Pausa de reflexión
Oración dialogada
G/.José, que has sabido aceptar con confianza los planes de Dios y has ejecutado todos sus deseos,
T/. Ayúdanos a aceptar con alegría su voluntad
G/.San José, casto con Jesús casto, pobre con Jesús pobre, obediente al Padre como Jesús fue obediente,
T/. Consíguenos la misma fidelidad y pureza de corazón con la que tú has sido animado.
G/.José, que en el ofrecimiento total de ti mismo has vivido con Cristo y por Cristo una vida inspirada en la gran confianza al Padre,
T/. Alcánzanos la misma confianza e intimidad que has vivido con Jesús.
G/.José, que has aceptado la obediencia al Padre con espíritu de fe, y recibido en don al mismo Hijo de Dios,
T/. Enséñanos a tener un corazón abierto y contemplativo para que nuestra acción sea expresión iluminadora de nuestra obediencia filial al Proyecto de Dios en nosotros.
G/.José, que con María, has participado en modo singular al Misterio de la Encarnación,
T/. Custodia en los consagrados la gracia de la vocación y concédeles el don de la perseverancia.
G/: Oremos
Oh Señor, que nos has renovado con tu don haz que, a ejemplo de San José, hombre justo y fiel, caminemos delante de Ti en la senda de la santidad y de la justicia. Por Cristo nuestro Dios. Amén.
[1] San Juan Pablo II, n. 25-26