Pensamiento del día 21 de diciembre de 2020
te llevó en el seno
y yo te llevaré
en mi corazón.
(Venerable Carmela Prestigiacomo)
te llevó en el seno
y yo te llevaré
en mi corazón.
(Venerable Carmela Prestigiacomo)
¡Bajo velo de semejanza humana
descendió a nosotros
como purísimo lirio,
de María el electísimo Hijo,
lleno de amor y de santa belleza!
(Venerable Carmela Prestigiacomo)
Veía además, con una sola mirada de mi intelecto, toda aquella progenie o seguimiento de vírgenes santas que en María y por María serían hechas capaces y hechas dignas de concebir sea en la mente y en el corazón el Verbo de Dios hecho carne, asimilarse a Él, vivir de su vida, formar con Él una sola cosa.
(Venerable Carmela Prestigiacomo)
aquel connubio divino
entre el hombre y Dios
que se cumplió mediante
la Encarnación del Verbo
y la altura divina
a la que venía sublimada
la naturaleza humana.
(Venerable Carmela Prestigiacomo)
no es menos útil la lectura
de libros santos que la oración.
Dice San Bernardo que la lectura
me instruye junto a la oración
y la práctica de las virtudes.
(Venerable Carmela Prestigiacomo)
vive de su amor y serás feliz.
Pon siempre a Jesús
como sigilo sobre tu corazón
y sobre tu brazo.
(Venerable Carmela Prestigiacomo)
El amante Jesús le dará mucha fuerza y todas las gracias necesarias, sea espirituales que temporales para que pueda corresponder en todo y por todo al fin que Dios lo ha encaminado, es decir celar la gloria de Dios, la santificación de su propia alma y la de los demás.
(Venerable Carmela Prestigiacomo)
Aquí está tu Jesús, tu Esposo, tu dilecto, tu todo. Ámalo con todo el corazón, con toda la mente, con todas tus fuerzas, vive sólo para Él, pero tu amor por Él debe ser inmenso, y este amor se lo debes demostrar con la práctica de todas las virtudes, las cuales constituyen todo el ajuar de la esposa amante y fiel.
(Venerable Carmela Prestigiacomo)
sí, siento tanto la necesidad,
quiero amarlo con todo el corazón,
con todas las fuerzas,
con toda mí misma.
(Venerable Carmela Prestigiacomo)
En la oración de la mañana se presentó María, cual estrella lucidísima y divina, como en medio de un sol luminosísimo que con sus rayos resplandecientes y divinos la llenaba e iluminaba y la hacía brillar como de luz propia.
(Venerable Carmela Prestigiacomo)