Pensamiento del día 31 de enero de 2017
y repose tranquilamente
en los brazos
de aquel Padre celestial
con la misma seguridad
de un niño en los brazos
de su propia madre.
(Venerable Carmela Prestigiacomo)
y repose tranquilamente
en los brazos
de aquel Padre celestial
con la misma seguridad
de un niño en los brazos
de su propia madre.
(Venerable Carmela Prestigiacomo)
Jesús está con usted, por lo tanto repose tranquilamente sobre su Corazón con plena y absoluta confianza, duerma en sus paternos brazos, seguro que entre los brazos de Jesús tan amante, su alma comenzará con certeza y a grandes pasos a caminar por aquella senda que lo conducirá directamente a esa bienaventurada estancia que nunca tendrá fin.
(Venerable Carmela Prestigiacomo)
esté con usted
y sea todo
el ideal de su vida.
(Venerable Carmela Prestigiacomo)
Lo que más le encomiendo
es no dejar nunca
la oración mental,
es ella la escalera derecha
que nos conduce al cielo.
(Venerable Carmela Prestigiacomo)
No tienes que desanimarte por las imperfecciones cometidas, por las recaídas, por los defectos, por todas las miserias de tu espíritu, mas levántate enseguida de todas estas miserias y camina, es más, corre veloz por el camino de Dios.
(Venerable Carmela Prestigiacomo)
Reposando en los brazos de un Padre amante, estará totalmente seguro que nada le ocurrirá para hacerle daño sino que, en cambio será vigilado, custodiado, protegido de modo especial y divino.
(Venerable Carmela Prestigiacomo)
Más que entretenerse mirando y examinando todas sus dudas y temores, dé una mirada de plena conformidad al Querer divino de Él, y en esto manténgase y abandónese y encontrará apoyo, paz, seguridad.
(Venerable Carmela Prestigiacomo)
Jesús sea su ayuda, conforto y alivio para todas las circunstancias de la vida. Tengan fija su mirada en Jesús, ámenlo y por amor suyo acepten de sus manos cualquier tribulación que permitirá Él para probar su fe.
(Venerable Carmela Prestigiacomo)
He contemplado a Jesús Sabiduría eterna del Padre, descendido del cielo a la tierra para derribar el error, destruir el vicio y llamar al hombre a aquella vida de fe, de gracia y de santidad para la que había sido creado.
(Venerable Carmela Prestigiacomo)