3º día: José, Patrono de la Iglesia
Introducción
Queremos concluir estos tres días de oración y reflexión sobre la figura de José destacando su papel de patrono y custodio de la Iglesia universal y de nuestro Instituto en particular: a él confiamos nuestra Familia Religiosa, cada una de nosotras y nuestras vocaciones.
Oración inicial
G/.En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo
T/.Amén
G/.Adoremos a Cristo, Hijo de Dios.
T/.Que quiso ser llamado hijo de José.
G/.Adoremos a Jesús, nuestro Salvador
T/.Cuya Madre, María, fue esposa de José.
G/.La sabiduría de Dios recompensa la fatiga de los justos.
T/.Y siempre acompaña a los que esperan en Él.
Salmo 84: Un día en tus atrios vale más que mil en otra parte
(Rezado o cantado)
2 ¡Qué amable es tu Morada,
Señor del universo!
3 Mi alma se consume de deseos
por los atrios del Señor;
mi corazón y mi carne
claman ansiosos por el Dios viviente.
4 Hasta el gorrión encontró una casa,
y la golondrina tiene un nido
donde poner sus pichones,
junto a tus altares
Señor del universo, mi Rey y mi Dios.
5 ¡Felices los que habitan en tu casa
y te alaban sin cesar!
6 ¡Felices los que encuentran su fuerza en ti
al emprender su peregrinación!
7 Al pasar por un valle árido,
lo convierten en un oasis;
caen las primeras lluvias,
y lo cubre de bendiciones;
8 ellos avanzan con vigor siempre creciente
hasta contemplar a Dios en Sión.
9 Señor del universo, oye mi plegaria,
escucha Dios de Jacob;
10 protege Dios, a nuestro Escudo,
y mira el rostro de tu Ungido.
11 Vale más un día en tus atrios
que mil en otra parte;
12 yo prefiero el umbral de la Casa de mi Dios
antes que vivir entre malvados.
13 Porque el Señor es sol y escudo;
el Señor da la gracia y la gloria,
y no niega sus bienes
a los que proceden con rectitud.
14 ¡Señor del universo,
feliz el hombre que confía en ti!
1º Lect.: De la Exhortación Apostólica Redemptoris Custos
Llamado a ser el Custodio del Redentor, “José… hizo como el ángel del Señor le había mandado, y tomó consigo a su mujer” (Mt 1,24). Desde los primeros siglos, los Padres de la Iglesia, inspirándose en el Evangelio, han subrayado que San José, al igual que cuidó amorosamente de María y se dedicó con gozoso empeño a la educación de Jesucristo, también custodia y protege a su cuerpo místico, la Iglesia, de la que la Virgen Santa es figura y modelo.
Con profunda alegría cumplo este deber pastoral, para que en todos crezca la devoción al Patrono de la Iglesia universal y el amor al Redentor, al que él sirvió ejemplarmente.
Considero, en efecto, que el volver a reflexionar sobre la participación del Esposo de María en el misterio divino consentirá a la Iglesia, en camino hacia el futuro junto con toda la humanidad, encontrar continuamente su identidad en el ámbito del designio redentor, que tiene su fundamento en el misterio de la Encarnación.
Precisamente José de Nazaret “participó” en este misterio como ninguna otra persona, a excepción de María, la Madre del Verbo Encarnado. Él participó en este misterio junto con ella, comprometido en la realidad del mismo hecho salvífico, siendo depositario del mismo amor, por cuyo poder el eterno Padre “nos predestinó a la adopción de hijos suyos por Jesucristo” (Ef. 1,5)[1]
Pausa de reflexión
Oración dialogada
G/. Para que cada comunidad cristiana, por intercesión de San José, Esposo de la Virgen María y patrono de la Iglesia universal sienta la presencia de tu Espíritu que la precede y la acompaña a lo largo del camino,
T/. Reúnenos en la unidad de tu amor.
G/. Para que cada una de nosotras esté dispuesta a reconocer tu Voluntad totalmente concientes que Tú eres el Dios fiel y velas en pro del rumbo del mundo a través de las generaciones,
T/. Ayúdanos a creer en la fuerza de tu amor.
G/. Para que el hombre que trabaja, a ejemplo de San José, descubra nuevamente la dignidad de su vocación y promueva los valores de la justicia y de la paz,
T/.Danos la fuerza de creer y de esperar siempre en Ti.
G/. Para que los papás y las mamás, en la asidua meditación de la Palabra de Dios y en la oración común, alimenten en los hijos el amor y la familia se convierta en una, “pequeña Iglesia”,
T/. Concédeles de vivir en la unión y en el amor.
G/. Por todos los consagrados, especialmente por cada una de nosotras, Hermanas del Sagrado Corazón del Verbo Encarnado, para que por intercesión de San José nos comprometamos en buscar y actuar el Proyecto de Dios para ser testigos eficaces de la centralidad de Cristo en un mundo que camina en las tinieblas del egoísmo y la soberbia,
T/. Haznos testigos de tu amor en este mundo.
G/: Oremos
Dios de los patriarcas y de los profetas, que en San José has dado a tu Iglesia un signo de tu paternidad, vela sobre tus hijos, para que a través de las alegrías y las pruebas, reconozcan siempre tu voluntad, colaborando a la obra de la redención. Por Cristo nuestro Señor. Amén.
[1] San Juan Pablo II, Redemptoris Custos, n.1